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Popularidad de Ozempic para bajar de peso es "por la poca ayuda existente"

Le médicament antidiabétique Ozempic.

El medicamento para tratar la diebetes, Ozempic, fabricado por la empresa farmacéutica danesa Novo Nordisk.

Foto: AFP / Joel Saget

RCI

A pesar de los reportes ampliamente difundidos sobre efectos secundarios -raros pero graves- los médicos especializados en obesidad afirman que el Ozempic y fármacos similares tienen el potencial de mejorar la ayuda médica para una enfermedad crónica que los pacientes se han visto obligados durante demasiado tiempo a intentar curar por sí mismos.

"Todavía hay algunos sectores de nuestra comunidad sanitaria que dicen: 'esto no es importante, la pérdida de peso no es importante; es sólo cosmética y realmente no se está mejorando la salud de estas personas", dijo el el doctor Daniel Drucker, médico-científico cuya investigación ayudó a allanar el camino para Ozempic, uno de los varios nombres comerciales de un medicamento conocido como semaglutida. "Pero ahora creo que ese argumento quedará en el olvido."

El Ozempic y otros fármacos de su clase se conocen como péptidos similares al glucagón, o GLP. Dado que los GLP estimulan la secreción de insulina, el primero de ellos se aprobó como medicamento para la diabetes en 2005, según Drucker, científico del Instituto de Investigación Lunenfeld-Tanenbaum del Hospital Mount Sinai de Toronto.

Pero en realidad fue a finales de los noventa cuando el laboratorio de Drucker, así como el del doctor Steve Bloom en el Reino Unido, empezaron a publicar lo que habían observado en ensayos clínicos: que los pacientes tratados con medicamentos GLP para su diabetes también perdían peso.

Ahora los nuevos datos muestran que la semaglutida también reduce las tasas de ataques cardíacos, los accidentes cerebrovasculares y el fallecimiento en personas con condiciones cardiovasculares preexistentes, algo que, según Drucker dijo al presentador de White Coat, Black Art, el doctor  Brian Goldman, cree que va a "cambiar la conversación en torno a la importancia de tratar a las personas con obesidad".

Deux boites d'Ozempic, un médicament injectable

El Ozempic y otros fármacos de su clase se conocen como péptidos similares al glucagón, o GLP, que estimulan la secreción de insulina.

Foto: Radio-Canada / Jean-François Dumas

Dejar de tener hambre todo el tiempo

Michael Morris, de 58 años, dice que lleva luchando con su peso desde que era adolescente.

"Siempre he subido y bajado de peso con todas las dietas", aseguró. Hace unos 18 meses, cuando necesitó una máquina CPAP (un tratamiento de presión positiva continua de las vías respiratorias) para tratar la apnea del sueño, se apuntó a un programa que le ayudó a hacer algunos cambios en la dieta para tratar la apnea, la tensión alta, el colesterol y la diabetes. Cuando Morris se reunió con un médico, le preguntó por Ozempic y ambos acordaron que podía probarlo.

Desde entonces, Morris ha perdido gradualmente unos 18 kilos y ha observado mejoras en sus otras dolencias.

Antes de Ozempic, Morris decía que nunca sabía cuándo estaba lleno.

"Sé que probablemente a la gente le cueste entenderlo. Comía cosas y seguía comiendo, hasta que llegaba un punto en el que me sentía mal. Y entonces me decía: 'Oh, no volveré a hacer eso'.

El componente genético

La doctora Sasha High, médico especialista en medicina interna y obesidad que trabaja en una consulta privada en Toronto, afirma que es importante entender que no todo el mundo experimenta la comida de la misma manera.

"Sabemos que entre 50% y 70% de la obesidad está determinada genéticamente y que los genes implicados son genes del sistema nervioso central, es decir, genes que controlan factores cerebrales", explicó. "Éstos afectan la forma en que el cerebro responde a la comida que nos rodea, a si tenemos antojos de azúcar o alimentos salados y a si nos gusta hacer ejercicio. Todo eso está en cierto modo determinado por nuestra fisiología".

Esto no significa que el peso sea inamovible, agregó High, pero sí que hay un rango de formas corporales que vienen determinadas por la genética y por el estilo de vida.

Cuando empezó a trabajar en el campo de la obesidad en 2012, High dijo que los médicos no podían ofrecer mucho más que decir a los pacientes que comieran menos, hicieran más ejercicio y contaran las calorías.

Según ella, ese mensaje resta poder a las personas que llevan mucho tiempo luchando contra la obesidad.

"El problema no es que no entiendan que tienen que hacerlo. La cuestión es que la vida se interpone y llegan los factores estresantes y comemos porque estamos aburridos y comemos porque estamos tristes y comemos porque son las 9 de la noche y hemos tenido un día estresante".

Según Drucker, los medicamentos GLP actúan de dos formas para indicar a los pacientes que no tienen hambre. En primer lugar, le dicen al cerebro que ralentice físicamente el vaciado del estómago y, en segundo lugar, afectan a las señales de hambre del cerebro, suprimiendo el apetito. 

Algunas de las investigaciones de Drucker se realizaron en colaboración con empresas que producen o están trabajando en medicamentos para adelgazar, como Pfizer y Novo Nordisk.

El 11 de noviembre, la revista New England Journal of Medicine publicó los resultados de un estudio sobre la seguridad de la semaglutida en personas con obesidad que también padecían enfermedades cardiovasculares, señaló Drucker. Por término medio, los pacientes recibieron semaglutida o un placebo durante 34 meses.

"Se demostró no sólo la pérdida de peso, sino la reducción de las tasas de infartos de miocardio, accidentes cerebrovasculares y muerte".

Sin embargo, algunos pacientes han sufrido efectos secundarios graves, como parálisis estomacal y desnutrición.

Pamela Cole es una de esas pacientes. Esta mujer de 38 años de Marmora, Ontario, respondió inicialmente bien a la medicación. Pero cuando su médico le aumentó la dosis unos ocho meses después, empezó a tener síntomas parecidos a los de la gripe, que fueron en aumento.

"Seguí empeorando hasta el punto de que no podía comer nada sin sentir un fuerte dolor de estómago", explica Cole. Acabó yendo al hospital cuatro o cinco veces en dos semanas.

En la última de esas visitas, la trataron por unos niveles de potasio muy bajos que estaban afectando a su función renal y hepática. Al final, un especialista le aconsejó que dejara de tomar Ozempic y, tras hacerlo, sus síntomas se resolvieron.

En un comunicado, Novo Nordisk, fabricante de Ozempic, declaró a la CBC que respalda la seguridad y eficacia de todos sus medicamentos con GLP-1 cuando son utilizados por los pacientes adecuados, de acuerdo con el etiquetado del producto y las indicaciones aprobadas.

Drucker dijo que la experiencia de Cole es atípica al lado de los resultados de la investigación de ocho grandes ensayos de seguridad cardiovascular - algunos con más de 10 000 sujetos - que se ejecutaron durante períodos de dos a seis años.

Une médecin examine une patiente avec un stéthoscope.

Nuevos datos muestran que la semaglutida también reduce las tasas de ataques cardíacos, los accidentes cerebrovasculares y el fallecimiento en personas con condiciones cardiovasculares preexistentes.

Foto: iStock

"Y lo que vemos en general son resultados favorables. En esos ensayos, observamos una reducción de los infartos de miocardio, los accidentes cerebrovasculares, las muertes cardiovasculares... y no observamos un aumento del cáncer ni de la pancreatitis", afirmó. 

Sin embargo, dijo que es importante ser precavidos.

"Con los medicamentos más nuevos y potentes y el aumento de la población de pacientes, siempre existe la posibilidad de ver algo que no hayamos visto antes".

Nav Persaud, doctor en medicina familiar del Hospital St. Michael de Toronto, declaró a la CBC en enero que no sería la primera vez que los efectos secundarios de un medicamento para adelgazar resultan ser más graves de lo previsto.

"Lo hemos visto ocurrir muchas veces en las que había estos medicamentos milagrosos que resultaron no funcionar o dañar y matar a personas", afirmó.

En Francia, un medicamento dietético llamado Mediator, que empezó como tratamiento de la diabetes de tipo 2, fue retirado del mercado en 2009 tras ser culpado de miles de muertes por problemas en las válvulas cardiacas.

El doctor Sean Wharton es especialista en medicina interna del Hospital Michael Garron de Toronto y profesor adjunto de la Universidad de Toronto. Investiga la medicina de la obesidad. Compara la dificultad que tienen las personas para acceder a ayuda médica para la obesidad con la experiencia que tienen muchas personas con problemas de salud mental ante las expectativas de que "simplemente deberían ser más felices".

Sin embargo, hasta que los medicamentos para adelgazar no sean mucho más accesibles, no cree que hagan mella en la epidemia de obesidad.

El Ozempic escasea desde que se disparó su popularidad: el año pasado se despacharon más de 3,5 millones de recetas en las farmacias canadienses.

La propia naturaleza de un fármaco inyectable cuya fabricación, transporte y almacenamiento son caros, significa que sólo las personas con recursos económicos o planes de medicamentos especialmente buenos lograrán tenerlos, afirmó Wharton, que ha realizado investigaciones remuneradas para Novo Nordisk.

En septiembre, el New England Journal of Medicine publicó los datos de la segunda fase del ensayo de Wharton, que mostraban que una píldora diaria llamada orforglipron reducía el peso en al menos un 10% al cabo de 36 semanas en entre el 46% y el 75% de los participantes.

Drucker advirtió que los medicamentos BPL no eliminarán la necesidad de abordar el acceso a alimentos sanos y asequibles, de diseñar ciudades más fáciles de recorrer a pie o en bicicleta, o de promover hábitos saludables en torno a la dieta o el ejercicio. 

"Pero si estás sentado frente a la mesa de alguien que vive con obesidad y tiene un mayor riesgo de sufrir cardiopatías y enfermedades renales y hepáticas y cáncer, creo que los medicamentos BPL son una opción muy útil".

Fuente: CBC | Brandie Weikle

Adaptación: RCI | M.G. Aguzzi

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