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Investigadores colombianos e indígenas de Manitoba colaboran sobre tumbas sin nombre

Dos personas dejan flores en una tumba sin marcar.

Vigilia organizada por la Primera Nación Cowessess en el emplazamiento de la antigua escuela residencial para niños indígenas de Marieval, Saskatchewan, el 26 de junio de 2021. Allí se encontraron unas 751 tumbas sin marcar.

Foto: CBC / Mickey Djuric

RCI

Este fin de semana, una Primera Nación del suroeste de la provincia de Manitoba se reunió con visitantes de Colombia para mejorar su investigación en curso sobre las tumbas sin identificar que se encuentran en los terrenos de una antigua escuela residencial para niños indígenas.

La Nación Dakota del Valle Sioux recibió este 3 de junio la visita de los delegados del Comité por los Derechos de las Víctimas de Bojayá en un acto celebrado en la Universidad de Brandon titulado Intercambio de conocimientos: conversaciones sobre exhumaciones dirigidas por la comunidad, identificación y entierro final en Bojayá, Colombia.

En mayo de 2002, 102 personas, entre ellas al menos 48 niños, fueron asesinadas en la iglesia católica del Apóstol en Bojayá, Colombia. En aquel momento, según las autoridades militares, se produjeron enfrentamientos entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, de izquierda, y grupos paramilitares de derecha.

No se creía que la iglesia hubiera sido atacada intencionadamente, ya que los combatientes utilizaban morteros caseros muy poco precisos.

El intercambio con los visitantes del comité Bojayá, que trabaja para identificar las tumbas sin nombre de la masacre ocurrida en Colombia, brindó la oportunidad de compartir el dolor, la curación y el conocimiento, dijo Lorraine Pompana, anciana de la Nación Dakota del Valle Sioux y superviviente del sistema de escuelas residenciales.

Esas instituciones son consideradas por los indígenas canadienses como una forma institucional de genocidio cultural porque su intención era hacer desaparecer las lenguas y culturas indígenas entre los niños de las Primeras Naciones que fueron forzados a acudir a ellas, para asimilarlos a la cultura colonizadora dominante.

Para mí, como superviviente, es algo muy, muy cercano... lo que estamos intentando hacer para sanar. Creo que podemos ir a cualquier parte del mundo y compartir esta historia porque hay pueblos indígenas en todo el mundo.
Una cita de Lorraine Pompana, anciana de la Nación Dakota del Valle Sioux.
Jennifer Bone y Katherine Nichols.

Según la jefa de la Nación Dakota de Sioux Valley, Jennifer Bone (izquierda), y la investigadora Katherine Nichols (derecha), tras los análisis geográficos, en 2018 se habían identificado 56 tumbas en el campamento de Turtle Crossing.

Foto: Radio-Canada / Chelsea Kemp

Aprender de los enterramientos masivos

Sioux Valley, situado a unos 50 kilómetros al oeste de Brandon, comenzó su proyecto de tratamiento de las fosas comunes hace más de una década, y está trabajando para poder identificar a los niños que murieron en la Escuela Residencial de Brandon mientras estuvo en funcionamiento de 1895 a 1972 en el suroeste de Manitoba.

Pompana dijo que compartieron conocimientos y cultura para informar mejor sobre la forma en que ambos grupos identifican las tumbas sin marcar, protegiendo al mismo tiempo a sus comunidades.

Leyner Palacios, miembro del Comité, dijo a través de un traductor que la matanza del pueblo Bojayá obligó a realizar enterramientos masivos en la comunidad, lo que destruyó los derechos de las víctimas a tener entierros tradicionales y causó un profundo dolor a las familias.

Dijo que eso era difícil porque la comunidad quería la verdad y dar a los asesinados los rituales funerarios adecuados. La situación se complicaba aún más porque, según Palacios, a menudo tenían la sensación de que las instituciones que se suponía que debían ayudarles les mentían.

Esa situación llevó a la creación del Comité por los Derechos de las Víctimas de Bojayá para garantizar que los asesinados sean identificados y reciban una sepultura adecuada. El objetivo era ayudar a las familias a encontrar la verdad, la justicia y la reconciliación tras la masacre.

En 2017 comenzó la exhumación de los cadáveres dirigida por la comunidad. A lo largo de dos años, el comité y los expertos forenses identificaron al mayor número posible de personas y les dieron un entierro adecuado como forma de sanación para la comunidad.

La medicina forense del cuidado

Pilar Riaño-Alcalá, originaria de Colombia y que ahora trabaja como profesora en la Universidad de Columbia Británica sobre temas de memoria y violencia, documentó este viaje.

Lo que dio impulso al proyecto fue encontrar el equilibrio entre la cultura, las familias y el proceso científico de identificación de las personas enterradas en las tumbas sin nombre.

Lo llamé la medicina forense del cuidado... Los científicos piensan que no se necesita el componente espiritual, ni el cuidado, ni el emocional y relacional, dijo Riaño-Alcalá.

Pero es todo lo contrario. Si vas a hacer ciencia, sobre todo en este contexto de violencia, violencia sistémica, violencia colonial y racista, sí necesitas poner todos esos elementos en diálogo, de lo contrario no estás haciendo buena ciencia.
Una cita de Pilar Riaño-Alcalá, profesora en la Universidad de Columbia Británica.
Dos mujeres indígenas.

Dos mujeres indígenas con una pluma y un tambor presentan sus respetos ante una tumba.

Foto: Radio-Canada / Patrick Bergeron

Estas experiencias de violencia son compartidas universalmente por muchas comunidades indígenas de todo el mundo, dijo Riaño-Alcalá, pero el dolor de estas pérdidas es único para cada comunidad.

Se trata de encontrar la conexión a través del dolor, pero también a través de la ceremonia. No es la misma experiencia, pero hay algo que nos conecta.
Una cita de Pilar Riaño-Alcalá, profesora en la Universidad de Columbia Británica.

Establecer una relación con Sioux Valley es significativo porque ambos grupos están utilizando su vida comunitaria, el conocimiento ancestral y la ciencia para guiar sus búsquedas, dijo.

Las comunidades indígenas y negras de Colombia no tienen el mismo nivel de autogobierno y autonomía que tienen algunas comunidades de Primeras Naciones de Canadá, explicó Riaño-Alcalá, lo que repercute en la exhumación de las tumbas.

Ella también afirma que tampoco existe el mismo nivel de reconocimiento de lo ocurrido en Colombia como el que existe en Canadá, por lo que es crucial fomentar alianzas y asociaciones internacionales.

Conexiones mundiales

Katherine Nichols, directora del Proyecto Niños Desaparecidos de Sioux Valley, espera que se puedan crear nuevas redes internacionales para trabajar juntos e intercambiar información.

Siempre hemos mirado a nivel mundial para ver cómo se han recuperado otras comunidades, familias y países, afirma Nichols.

Definitivamente hay tendencias muy similares, pero lo que encontraremos, creo que en todo Canadá, es que las escuelas habrán afectado a diferentes comunidades y es importante para nuestra investigación en Sioux Valley Dakota Nation que nos aseguremos de que las familias y los sobrevivientes de esas comunidades representadas lideran el camino y tienen voz en lo que sucederá a continuación.
Una cita de Katherine Nichols, directora del Proyecto Niños Desaparecidos de Sioux Valley.

La Primera Nación, propietaria de los terrenos donde estuvo la antigua escuela residencial, quiere identificar a todos los niños que murieron allí. Han identificado 104 posibles tumbas en tres cementerios, pero sólo 78 están contabilizadas en los registros históricos.

A pesar de que Colombia está a miles de kilómetros de distancia, Pompana dice que ha sido una experiencia muy intensa conectar y aprender de sus experiencias compartidas. Ella espera que se produzcan más intercambios como éste, ya que beneficia a todos los implicados.

Es bueno compartir lo que cada comunidad está haciendo para este importante proyecto. Y al hacer esto hoy, también he anotado cosas importantes que también tenemos que tener en cuenta, explicó.

Fuente: CBC / C. Kemp

Adaptación: RCI / R. Valencia

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