- Página de inicio
- Internacional
Con pompa y boato, Charles III es coronado rey en la Abadía de Westminster

El recién coronado Rey Charles III y la Reina Camilla saludan desde el balcón del Palacio de Buckingham.
Foto: Getty Images / Christopher Furlong
El rey Charles III, un hombre que esperó casi 74 años para convertirse en rey, fue coronado este sábado en la Abadía de Westminster con toda la pompa y boato que Gran Bretaña podía desplegar.
Gritos de Dios salve al Rey
resonaron y las trompetas se dejaron escuchar en la abadía después de que el arzobispo de Canterbury, Justin Welby, colocó la corona de San Eduardo sobre la cabeza del monarca.
Charles juró gobernar al pueblo del Reino Unido con justicia y misericordia
y fomentar un entorno en el que las personas de todas las creencias y credos puedan vivir libremente.
El juramento era el segundo de los cinco elementos del histórico rito de coronación, arraigado en más de 1.000 años de tradición.
El Rey dijo que estaba dispuesto a prestar juramento y, tras colocar su mano sobre la Biblia, prometió solemnemente hacerlo. Posteriormente besó el libro sagrado.
A continuación, Camilla, la reina consorte, fue ungida y coronada con la Corona de la Reina María. Los clérigos le entregaron también el Cetro de la Cruz y el Cetro de la Paloma de la Reina Consorte.
Tras el servicio, Charles cambió de corona, utilizando la Corona Imperial de Estado, más ligera. Los reyes volvieron al Palacio de Buckingham en el Carruaje de Estado de Oro. Una vez allí, subieron al balcón junto con otros miembros de la familia real para saludar a la multitud y ver el paso de aviones militares.
Después de la ceremonia, alrededor de 4.000 soldados marcharon hacia el palacio, incluyendo un contingente de militares canadienses, en el mayor desfile militar de Gran Bretaña en 70 años.

La gobernadora general de Canadá, Mary Simon, y el primer ministro, Justin Trudeau, junto con sus parejas, asisten a la ceremonia de coronación del rey Charles III.
Foto: Getty Images / Jeff J Mitchell
Invitados de alto nivel
La Abadía de Westminster bullía de emoción y rebosaba de flores fragantes y sombreros de colores a medida que los invitados iban llegando dos horas antes del comienzo de la ceremonia.
Por la abadía desfilaron celebridades como Judi Dench, Emma Thompson y Lionel Richie, junto a políticos, jueces con pelucas, soldados con relucientes medallas sobre las casacas rojas y miembros de la Cámara de los Lores vistiendo sus togas rojas.
Entre los dignatarios y líderes mundiales asistentes se encontraban el primer ministro canadiense, Justin Trudeau; la primera dama estadounidense, Jill Biden; el presidente francés, Emmanuel Macron, y ocho primeros ministros británicos, tanto el actual como sus predecesores.
Decenas de miles de personas se congregaron en el centro de Londres bajo la lluvia y estallaron fuertes vítores entre los bienquerientes que bordeaban The Mall, la gran avenida que conduce al palacio, mientras se veía a Charles y Camilla saludando desde el interior de su Bentley mientras su caravana llegaba al Palacio de Buckingham.
A continuación, la pareja abandonó el palacio en la carroza de Estado del Jubileo de Diamante y, tras un recorrido de dos kilómetros, llegó a la Abadía de Westminster, donde fueron coronados.
El heredero al trono, el príncipe William, su esposa Kate y sus tres hijos asistieron a la ceremonia. El hermano menor de William, el príncipe Harry, quien se ha disputado públicamente con la familia real, llegó solo. Su esposa Meghan y sus hijos no acudieron al evento, prefiriendo quedarse en California.
El hijo mayor de William, el príncipe George, fue uno de los cuatro pajes de honor que portaron la cola de la capa real de su abuelo.
Durante el servicio en la abadía, el príncipe William se arrodilló ante su padre para prometer su lealtad al monarca.

El rey Charles III y Camilla viajan en el Carruaje de Estado de Oro antes de la coronación en la Abadía de Westminster.
Foto: Getty Images
Protestas contra la monarquía
Previamente, el grupo antimonárquico Republic informó que seis de sus miembros, entre ellos el director Graham Smith, fueron detenidos cerca de la plazaTrafalgar Square, en el centro de Londres, cuando se preparaban para protestar contra la coronación del monarca.
En el lado sur de la plaza, miles de personas se agolparon detrás de las vallas metálicas a lo largo del recorrido de la procesión. En medio de la multitud, decenas de manifestantes antimonárquicos, que portaban altas pancartas amarillas en las que se leían la palabras "No es mi rey", frase que coreaban con frecuencia.
Algunos de los presentes respondían gritando: Sí, lo es
o Es mi rey, y estoy orgulloso de él
.
Miles de personas ataviadas con sus mejores galas con la bandera del Reino Unido, con largos impermeables y ponchos, ahogaron fácilmente las voces de la protesta, pero les irritaba que los manifestantes antimonárquicos ocupen un espacio privilegiado y bloqueen la vista con sus banderas.
Pueden protestar, pero no sostener su bandera
, gritó Karen, proveniente de Devon, en el suroeste de Inglaterra.
La gente se para a mirar
Incluso en un mundo en el que la gente está saciada de entretenimiento a la carta, la gente se detendrá y mirará
, dijo Michael Cole, antiguo corresponsal real de la BBC, porque será una procesión espectacular y un ritual, una ceremonia, diferente a todo lo que ocurre en cualquier parte del mundo
.
Pero, como los mejores dramas, era un espectáculo con un mensaje.
Durante 1.000 años y más, los monarcas británicos han sido coronados en grandiosas ceremonias que confirmaban su derecho a gobernar. Aunque el Rey ya no tiene poder ejecutivo ni político, sigue siendo el Jefe de Estado del Reino Unido y un símbolo de la identidad nacional.
En un momento en que la inflación de dos dígitos está empobreciendo a todo el mundo en el Reino Unido, Charles quería demostrar que la monarquía todavía puede ser una fuerza unificadora en una nación multicultural muy diferente de la que saludó la coronación de su madre.
Por eso, la ceremonia fue un acto más breve y menos formal que la coronación de la reina Elizabeth II, que duró tres horas.
En 1953, se instalaron graderías provisionales en la Abadía de Westminster para aumentar el aforo a más de 8.000 personas. En aquella ocasión, los aristócratas vistieron túnicas carmesíes y llevaban pequeñas coronas.
Hace setenta años, la procesión de coronación recorrió ocho kilómetros por el centro de Londres para que unos tres millones de personas pudieran vitorear a la nueva monarca de 25 años, Elizabeth II.
- Trudeau anuncia la delegación canadiense para la coronación del rey Charles III
- El rey Charles III es proclamado oficialmente nuevo monarca de Canadá
- Próxima coronación de un nuevo rey, los canadienses se muestran ambivalentes
- Seis de cada diez canadienses no quieren reconocer a Charles III como rey
- Gira de la realeza británica vuelve a poner en cuestión el futuro de la monarquía
- ¿Llegó la hora de abolir la monarquía en Canadá? (nueva ventana)
- Gobierno dice que no es momento de hablar sobre la abolición de la monarquía (nueva ventana)
Una ceremonia moderada
Los organizadores redujeron la ceremonia de coronación de Charles III a menos de dos horas y enviaron 2.300 invitaciones. Se pidió a los aristócratas que evitaran los trajes de ceremonia y la procesión recorrió una ruta más corta y directa desde la abadía hasta el palacio de Buckingham. De este modo se cumplieron las instrucciones del nuevo rey de reducir la ceremonia, de acuerdo a su intención de crear una maquinaria real más pequeña y menos costosa para el siglo XXI.
El nuevo monarca suprimió el tradicional momento en el que se pide a los nobles que se arrodillen y juren lealtad al rey. En su lugar, el arzobispo de Canterbury invitó a todos los presentes en la abadía y a los telespectadores a jurar verdadera lealtad
al monarca.
Ese juramento suscitó un debate en Gran Bretaña, con algunos observadores sugiriendo que era un anacronismo exigirlo al público. El arzobispo de Canterbury, Justin Welby, respondió diciendo que no era una orden y que la gente podía decidir por sí misma si participaba o no.
Casi el 20% de la población del Reino Unido pertenece actualmente a minorías étnicas, en comparación al menos del 1% en los años cincuenta. En las escuelas británicas se hablan más de 300 idiomas, y menos de la mitad de la población se describe como cristiana.
Aunque los organizadores afirman que la coronación sigue siendo un servicio anglicano sagrado
, la ceremonia contó por primera vez con la participación activa de otras confesiones, incluidos representantes de las tradiciones budista, hindú, judía, musulmana y sij.
El primer ministro británico, Rishi Sunak, pronunció una lectura del Nuevo Testamento de la Biblia.
Los funcionarios señalaron que, aunque Sunak es hindú, él leyó el texto sagrado en su calidad de primer ministro, por lo que no hubo ninguna contradicción en cuanto a su fe personal durante el servicio anglicano.
Fuente: CBC / AP / B. Stewart
Adaptación: RCI / R. Valencia