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¿Conoce la "reduflación"? Una práctica que está bien presente en Canadá

Un caso de reduflación conocido: los envases de varias marcas de jugo de naranja se han ido reduciendo, pero no los precios.
Foto: iStock / Kanawa_Studio
Una serie de productos son objeto de lo que los economistas llaman "reduflación": cuando pagamos lo mismo o más por menos cantidad de los productos que consumimos.
En Canadá, por ejemplo, es un fenómeno que puede observarse cuando compra un determinado jugo de naranja y el envase es más pequeño de lo habitual o incluso al comprar un paquete de galletas y su peso es ahora más liviano. Eso sí, en ninguno de los casos el precio de estos productos ha descendido.
La reduflación es cada vez más frecuente en casi todos los sectores: en los chocolates, en los jabones para lavar ropa y la mayonesa, por ejemplo, según explica el profesor en marketing de alimentos en la Universidad Concordia, Jordan LeBel.
“Sobre todo son las grandes productoras de bienes de consumo que la practican, agrega.
Su papel higiénico puede que tenga 10 pedazos menos por rollo”.
Vale destacar que el término reduflación proviene del inglés shrinkflation, una contracción de shrinking (la reducción del tamaño) y de inflación, el índice que mide el alza de los precios. En español, el término se viene usando cada vez más en los medios de comunicación, incluyendo El Economista de España.
Las empresas van a realizar reducciones de 5 a 6% en el peso o en el volumen de un producto que, en apariencia, se ve similar. Al ojo, no se nota la diferencia, está por debajo de la detección humana, salvo cuando se hace muchas veces, como es el caso de los jugos de naranja que han pasado, en algunos años, de 2 litros a 1,89 litros, luego a 1,75 litros y finalmente a 1,5 litros.
No se trata de una estrategia nueva. De hecho ha estado presente desde la década de los setenta, cuando se hicieron sentir fuertemente las presiones inflacionarias. Posteriormente fue en 2008, justo el año de la crisis financiera y el aumento de los costos de las materias primas.
Cuando hay alzas de precios, como ocurre en este momento, se vuelve cuesta arriba para las industrias absorber todos los costos de las materias primas, del transporte y de la mano de obra, un problema que se refuerza con la escasez. La reduflación se convierte entonces en una forma para que las empresas puedan asumir esos costos y que los consumidores no se vean tan afectados –con alzas de precios más importantes-.
Hay diversas estrategias, según explica LeBel. Es bien conocido, por ejemplo, que en las bolsas de papitas fritas (tipo chips) se le sume aire. En los condimentos se puede aumentar la envoltura de plástico, para luego reducir la cantidad de producto.

Los expertos aseguran que es posible que los rollos de papel higiénico tengan cada vez menos papel.
Foto: iStock / ozgurdonmaz
Menos impacto
Sylvain Charlebois, profesor de distribución y de políticas agroalimentarias en la Universidad Dalhousie, indica por su parte que la literatura científica demuestra cómo las personas se ven más influenciadas por los aumentos de precios que por las reducciones de los formatos de los productos.
Si percibe una reducción de formato, la gente va a reaccionar pero por un periodo corto, pero por un aumento de los costos, la marca corre el riesgo de perder la lealtad del cliente. Las empresas saben que la reduflación representa un menor riesgo en comparación con incrementar los precios.
El experto agrega que estas estrategias son completamente legales.
Sin embargo, cada vez más grupos de defensa de los consumidores consideran que es una práctica deshonesta, por lo que se están organizando en línea para denunciar a las compañías que la practican.
“Estamos frente a una situación en la que es completamente legal reducir el tamaño de los productos. No hay nada que lo impida, pero no decírselo al consumidor… ¿es algo ético o no? Allí está la pregunta”, cuestiona LeBel.
Ejemplos recientes de reduflación (Según datos de Sylvain Charlebois)
- Jugo de naranja Oasis, de 1,65 l a 1,5 l
- Jugo Tropicana, de 1,75 l a 1,54 l
- Cheetos, de 310 g a 285 g
- Lay´s, de 180 g a 165 g
- Galletas Crispers, de 175 g a 145 g
- Queso Armstrong, de 700 g a 600 g
- Singles de Kraft (queso), de 24 a 22 rebanadas, de 450 a 410 g
- Oreo, de 303 a 270 g
- Pizza Delissio (masa delgada) de 630 g a 550 g
No hay nada de malo en la reduflación, para mí, porque se da la información al consumidor en el punto de venta. Toda la información está allí. Tiene el precio por cada 100 g, por el mililitro. Todo está indicado claramente. Usted decide si lo compra o no.
En Quebec, por ejemplo, la ley obliga a los vendedores dar la información sobre el precio unitario de los alimentos embalados, lo que permite comparar los costos de una misma cantidad. Esto, sin embargo, no es exigido en otras provincias canadienses.
Según Jordan LeBel, esta no es una razón para no ser transparentes.
Damos mucha responsabilidad a los consumidores sobre sus decisiones. Damos toda la información y el consumidor hace sus escogencias. Pero cuando vamos al supermercado no tenemos dos horas para analizar todo. A veces las etiquetas son difíciles de leer. Creo que ponemos mucho sobre los hombros del consumidor.
Organismos como Option consommateurs consideran que esta práctica es tramposa, por lo que han pedido, desde hace años, que se establezcan medidas en las leyes.

Otro de los productos en los que se ha visto la reduflación: las galletas Oreo.
Foto: iStock
Un cambio de paradigma
De acuerdo con Charlebois, la reduflación puede tener un impacto positivo, pues ve la práctica como una forma de reducir los desperdicios en los hogares.
“Si lo vemos desde un punto de vista de salud pública, la reduflación podría incitar a las personas a consumir menos y mejor, con porciones más pequeñas”.
Charlebois considera que la estrategia puede inscribirse en un cambio de paradigma en términos de consumo.
“Dejamos atrás una era de calorías costosas, con formatos gigantes y la compra en grande. Los años ochenta, noventa y dos mil estuvieron marcados por este fenómeno. Fue la cultura de Costco, de la abundancia, de lo grande y no costoso. Pero hoy, cuando cada vez más hablamos de desarrollo durable, de responsabilidad ambiental, vemos un poco lo contrario”, indica.
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“Sí, la reduflación puede molestar a algunas personas, pero con la pandemia muchas piensan más a las dimensiones sistémicas de sus vidas, como el ambiente, la economía, los derechos de los trabajadores, los cambios climáticos y tratan de ver si pueden hacer una diferencia”, agrega.
Por su parte Jordan LeBel recomienda a los consumidores buscar las marcas de productos hechos por las cadenas de supermercados, siendo éstos los últimos en poner en práctica este tipo de estrategias.
“Estas marcas tienen buenos márgenes de ganancia, porque no deben desembolsar grandes sumas de dinero para estar en determinados supermercados. Pueden entonces resistirse más a emplear estrategias como la reduflación”, asegura.
Las grandes marcas han empezado a presentar sus cartas sobre la mesa explicando al público las razones por las cuales han reducido sus formatos. A inicios de 2021, Ferrero redujo el tamaño de los potes de Nutella en el Reino Unido y en Bélgica, pero mantuvo los precios. La empresa reconoció que estaba enfrentando un aumento de costos y que no podía comprometer la calidad del producto. La solución que encontró fue reducir el formato.
Respuestas de la industria
Radio-Canada pidió a Kraft, a Pepsi y a Lassonde que explicara las razones por las cuales han ido reduciendo el tamaño de algunos de sus productos, pero no hubo respuestas.
El Consejo de Transformación Alimentaria de Quebec, indica por su parte que la práctica es actual que parece ser aplicada por las multinacionales. “Nos parece evidente que es por razones de competitividad. Nuestras empresas deben adaptarse a las estrategias de sus competidores nacionales o extranjeros”, asevera su presidenta Sylvie Cloutier.
“Se trata de una práctica que está activa desde hace varios años en los productos de consumo”, agrega.
“La nueva realidad es que la demanda de productos de formato reducidos está ampliamente influenciada por consumidores cuyas necesidades evolucionan (familias menos numerosas, por ejemplo) o que buscan formatos más pequeños para controlar mejor las porciones o incluso consumir los productos como meriendas”.
Fuente: Radio-Canada | Adaptación MGA